POR DRA. NANCY ÁLVAREZ
Desgraciadamente, vuelo en American Airlines desde los años 70. En esa época, por lo menos respetaban a los enfermos, los viejos y los niños. Daban un servicio decente, ya que nunca se han comparado con un Cathay Pacific, por ejemplo. Pero, lo que pasa ahora de vergüenza y asco.
Y a nosotros, ¿quién podrá defendernos? Como dice el Chavo, ¿el presidente? ¿Quiénes defendían a los clientes cuando este país más o menos funcionaba? ¿La prensa? ¿O habrá que llamar al demonio, ya que estamos huérfanos y Dios está muy ocupado, en un mundo que sigue cada día más imposible de vivir? Lo único importante es la política, cada vez más asquerosa y sin funcionar. Como dice Mafalda, “paren el mundo, me quiero bajar”.
Vienen con sus excusas baratas: “…que si hay muchas personas en sillas de ruedas, que los huracanes, que no hay suficiente empleados…”. Ya los idiotas no existen, estamos hartos de mal servicio, cada día más caro, de esta línea aérea. Y de casi todas.
Por la muerte repentina de la madre de mi esposo, tuvimos que viajar en Avianca. A pesar de pagar primera, ya no te dan comida. ¿Aprendieron de American? Hasta un dedo pulgar me partí con el cierre de la correa, que no servía, e íbamos a despegar.
¿Adónde se fue el respeto que tanto pregonan en este país, supuestamente una democracia ejemplo para el mundo? ¿Dónde quedó proteger a los niños y los viejos? Eso no se lo cree nadie ya. Ya conocemos a Disney, nos sabemos los cuentos de hadas de memoria y estamos hartos de las malditas excusas, tontas e irrespetuosas.
Oí cuando le decían a una señora —como de 90 años, que, como nosotros, espero más de dos horas para que le dieran una silla de ruedas— que la meterían en un cuarto hasta las 5:00 AM. Abusadores.
Ese vagabundo le había dicho lo mismo a otra señora, que le exigió dormir en el hotel del aeropuerto y dinero para cenar. A ella se lo dieron. De la otra viejita, simplemente abusaron. Pero, como no me quedo callada, le dije bien alto a la pobrecita señora cuáles eran sus derechos. Ojalá los haya podido defender. ¡Qué injusticia, Dios mío!
En el aeropuerto de República Dominicana, antes de tener que irnos corriendo a Barranquilla al entierro, y llegando en American, nos bajaron en medio de la pista por unas escaleras. Según ellos, y para variar, no había dónde descargar el vuelo. Y mi adorado esposo, que iba en silla de ruedas por problemas con su columna vertebral, tuvo que bajar por la “bendita” escalera. Si va a viajar, ¡encomiéndese a Dios!